Golden State Warriors demostró su gen campeón y apabulló a Los Angeles Lakersa domicilio (88-109).
Toda la diferencia que se presuponía en la previa del partido, viendo el ratio de victorias y derrotas en la presente temporada, se reflejó nítidamente en el marcador del Staples Center desde el primer cuarto (25-37). A la ya conocida endeblez defensiva de los Lakers se unió la inspiración de Klay Thompson, disfrazado de Stephen Curry, con buenos porcentajes en tiros de dos y en triples, logró 22 puntos solo en el primer cuarto, que le convirtieron a la postre en el máximo anotador del partido (36 puntos, 2 rebotes y 1 asistencia). Aún jugando ocho minutos menos, Stephen Curry, que va cogiendo forma tras la lesión, logró 17 puntos y 6 asistencias.
El tercer cuarto, al que se entró con diferencia de 15 puntos en el marcador, ya fue demoledor, con un parcial de 30-13, que hacía imposible la remontada. Los Warriors disfrutaban, tiraban pases de canasta a canasta, como el sorprendente que le dioDraymond Green a Andrew Bogut. Jordan Clarkson intentaba, por parte de los Lakers, capear el temporal como podía, anotando 9 puntos para su equipo en ese tramo y alcanzando unos números interesantes, con 23 puntos y 5 rebotes. Sin Kobe Bryant, los Lakers no pueden ni pretender hacerle partido a los Warriors de Steve Kerr. El técnico visitante aprovechó para dosificar esfuerzos de sus principales jugadores en el último cuarto y dar minutos a los menos habituales, cuando la historia del partido ya estaba escrita. El 28-17 con el que acabaron los Lakers no fue sino un simple maquillaje. El 46,5% en tiros de campo demuestran que la defensa angelina no está al nivel de la competición, mientras su ataque se quedó en un pírrico 31,5% de acierto. El campeón hizo lo que quiso, cuando y como quiso. Un baño en toda la regla.
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